La muestra se inaugurará el viernes 9 de junio a las 10 en el Museo Histórico UNL

A través de los tejidos y las cerámicas se podría contar la historia de la humanidad, son expresiones de hacedoras que inspiran, tan antiguas como la propia civilización. Con las primeras hebras producidas nació la necesidad de obtener tejidos y bordados para el abrigo, agregando diseños creativos, provocando el impulso para la tecnología, los negocios y la cultura. En sus tintes y en la elaboración de los materiales nos aceramos a los orígenes de la química.

La cerámica nació con la necesidad de crear contenedores, recipientes y vasijas para el uso cotidiano. La materializaron con arcilla que extraen de su región, en su acabado diseño y ornamentación, en la búsqueda de mayor resistencia, de sus pigmentos minerales de la zona y por último los elementos tierra, agua, aire y fuego complementaron casi mágicamente la sabiduría ancestral.

Hoy, estas mujeres artistas cotidianas, desde sus hogares, preservaron el rol femenino de la guarda y la circulación del conocimiento, herederas de una tradición que transmiten a otros de generación en generación en su ámbito familiar o en pequeños talleres.

El Museo Histórico presenta parte de sus obras en la exposición "Hacedoras que inspiran: creatividad y sabiduría ancestral" en un recorrido por fotografías, objetos, textos y relatos que nos acercan en sus producciones actuales de antiguas técnicas. Las mismas recuperan sus paisajes y costumbres tradicionales de manos artesanales que, con el tiempo, fueron engrosando y haciendo trascender el legado cultural de las mujeres de Tailandia y de Brasil.

Son representaciones de sus raíces, regiones, paisajes, aves, animales y costumbres que las rodean, sus sueños y ensueños. Es su patrimonio identitario que nos invita a reflexionar, desde una mirada antropológica, sobre la naturaleza y los modos de interpretación en torno a los temas que atraviesan en su rol de mujer. Patrimonio vivo que, con sus manos dedicadas, es testimonio de esas prácticas que hacen a sus lugares únicos, donde pasado y presente se materializan, amalgamando la tradición y la creación.

Son experiencias que podrían multiplicarse en todo el mundo para cumplir con el objetivo 5 de la Agenda 2030 Unesco de lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas.