Daniel Quiñonez.

“Con Boquitas logramos una obra de gran complejidad”

Jueves 18 de agosto de 2016 / Actualizado el viernes 19 de agosto de 2016

De cara a la última función de “Boquitas Pintadas” el próximo sábado 20 a las 21 en el Foro Cultural UNL, uno de sus actores comenta su experiencia en la obra, las características de su personaje tan particular y su visión sobre el mundo de Puig.

El próximo sábado 20 a partir de las 21 se presentará la última función de la Comedia UNL 2015 “Boquitas Pintadas”, la versión de Juan Parodi sobre la novela de Manuel Puig en la Sala Maggi del Foro Cultural UNL, 9 de julio 2150. Las entradas costarán $100 generales y $70 para estudiantes y jubilados.

Daniel Quiñonez incursionó en el mundo del teatro desde sus 12 años. Egresado de la Escuela Provincial del Teatro, dedicó gran parte de su carrera a obras infantiles hasta desembarcar en 2015 al casting de la Comedia UNL donde se comenzó a formar parte del elenco de “Boquitas Pintadas” junto a Carolina Cano, Jaquelina Abrigo, Nidia Casis, Stella Curi, Maximiliano Jenkins, Selma López, Florencia Minen y Lucas Ranzani. Quedando una última función para culminar la temporada en el Foro Cultural UNL, el actor comenta sobre su experiencia en la obra, la particularidad de su personaje y su encuentro con el mundo de Manuel Puig.

-¿Cómo caracterizás a tu personaje?

-Viene a ser como un nexo que tiene una mirada del todo y de lo mínimo. Hace de director de cine, de colaborador de escena, de un relator de radioteatro y hasta de iluminador de escena.  Se va entrelazando con las mismas historias que se cuentan para darle a la vez un formato que tiene que ver con el mundo de Puig y con el del cine. Es un personaje que rompe la barrera de los tiempos y que, si bien cumple con el rol de estar adentro espiando qué pasa con el mundo de General Vallejos, se toma licencias y tira datos que tienen que ver quién es el autor de la obra. Tiene esa distancia que no tienen los otros personajes.

-¿Cómo fueron creándolo con Juan Parodi?

-Él nos daba muchas tareas que nos enriquecían de información para venir después a los ensayos y seguir jugando. Esa prueba era necesaria para meternos en el mundo de Puig  y mantener un piso y un lugar en donde todos estemos insertos y parejos. Cuando empezamos a definir los personajes, muy pronto al estreno, me llenaba de incertidumbres no saber para dónde iría el mío. Juan quería que saque mi lado histriónico. Mi mundo pasaba por tratar de entender qué quería Puig de mí. A partir del estreno empecé a encontrar las respuestas.

-¿Cómo fue tu encuentro con la novela?

-No la había leído nunca. Fue como estudiar para un examen con poco tiempo. Empecé a interiorizarme en ella alocadamente, a mirar las películas y a tirarme de cabeza y nadar en ese mundo de Puig. El disfrute llegó después del estreno en el cual terminé de recorrer ese universo y logramos llevarla al teatro con todo el bagaje aportado por Juan y los chicos del elenco. Tenía poca experiencia en el teatro adulto ya que implica códigos distintos a los del teatro infantil. Fue como un producto concentrado en tres meses en el que sacamos una obra de la envergadura de Boquitas Pintadas con la complejidad que eso implica.

-¿De qué forma llegaron a un producto como este?

-Se logró llegar a “Boquitas Pintadas” de una manera muy respetuosa y sutil porque la idea era meterse en lo que pasa en los personajes, en lo que se ve pero también en lo que no se ve, en lo que se dice y en lo que se calla. Me parece que la idea era meterse en el medio de esa barrera y poder oscilar entre una cosa y otra. Esa era la idea de Puig que Juan pretendía.  Sin desdibujar y caricaturizar un mundo en el cual se aparenta una cosa pero los sentimientos y las miserias son otros.  Ese es el punto central del mundo del autor de la novela y, por ende, del director de esta obra.

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