Coronavirus
Universidades, ciencia y tecnología en respuesta al COVID-19
Viernes 14 de agosto de 2020 / Actualizado el martes 18 de agosto de 2020
El investigador de la Universidad de Zaragoza, Jesús Santamaría, reflexionó acerca del papel de la universidad y del sistema científico ante la pandemia. Desde Aragón, España, compartió experiencias e iniciativas surgidas en su institución y en la región.
El docente e investigador de la Universidad de Zaragoza (UNIZAR), Jesús Santamaría, brindó la conferencia virtual "Respondiendo al COVID-19: El papel de una universidad pública y el sistema científico". Compartió la experiencia de su institución y diversos desarrollos científico-tecnológicos nacionales y regionales ante la pandemia.
La conferencia se transmitió por la plataforma Zoom el miércoles 5 de agosto y contó con más de 70 participantes en línea. Fue organizada por el Instituto de Estudios Avanzados del Litoral (IEA Litoral), la Universidad Nacional del Litoral y la Facultad de Ingeniería Química (FIQ-UNL).
Jesús Santamaría es catedrático de Ingeniería Química en la UNIZAR, subdirector del Instituto de Nanociencia de Aragón (INA) e investigador principal del grupo NFP - Nanostructured Films and Particles. Asimismo, recibió el título de Doctor Honoris Causa por la UNL en 2010.
En su disertación analizó el impacto y los cambios en la vida universitaria ante la pandemia, con ejemplos de acciones desde la UNIZAR, en un intercambio virtual con la comunidad de la UNL y otras instituciones de Santa Fe y el país. Destacando la importancia de la investigación más allá de la crisis actual, aseguró que sobre la base del conocimiento y el espíritu crítico “tenemos que mirar al futuro sin demasiado miedo”.
Cambios en la vida universitaria
Santamaría comenzó su exposición presentando la UNIZAR y explicando que se trata de la única universidad pública de la región de Aragón: “Tenemos 27.400 estudiantes de grado, 2.500 de máster y 2.100 de doctorado; 4.300 es nuestro personal docente e investigador y 1.700 el personal de administración y servicios. Se organiza en 56 departamentos, con 11 institutos de investigación y 170 grupos de investigación”.
A continuación, relató que el 13 de marzo la UNIZAR suspendió las actividades docentes presenciales, cerró las bibliotecas y los laboratorios docentes y al día siguiente se decretó el estado de alarma en España. Para el día 15 se suspendió la actividad presencial en los edificios universitarios, salvo actividades esenciales, y se determinó teletrabajo con carácter general. A fin de ese mes, se brindaron autorizaciones para actividades vinculadas a la lucha contra el COVID-19 y el mantenimiento de equipos de investigación. Desde el 7 de mayo se dio un retorno a la actividad presencial administrativa y de investigación, con limitaciones del 50% de presencialidad y sin alumnos.
Acerca del impacto social de esta crisis, describió: “Hemos pasado por una etapa de negación, de considerarlo como una simple gripe, pasado por el miedo físico a ser contagiado o a ser vector de contagio, en gran parte esta etapa ha transcurrido ya que en España se dio el pico de la pandemia y dada la conciencia de que está en nuestras manos tomar precauciones. Hemos pasado también por una etapa de indignación con los gobiernos, por medidas tardías o incoherentes, o indignación ante comportamientos irresponsables de otros. Ahora estamos en la etapa del miedo económico, a la crisis de la que pensábamos que estábamos saliendo y que vuelve con fuerza; al paro y recortes de todo tipo que nos vendrán”.
Respuestas ante la crisis
El docente señaló que las primeras respuestas de emergencia que se dieron desde la UNIZAR fueron de tipo internas, como la reorganización de la actividad docente y el teletrabajo administrativo con trámites online, la solución de problemas tecnológicos y en el trabajo presencial con medidas de ocupación y desinfección de los espacios.
En cuanto a las respuestas externas, Santamaría señaló que “en los hospitales de España no había una reserva estratégica de equipos. En las primeras semanas, desde la Universidad se donaron elementos de protección y de laboratorio a otras instituciones y a empresas que estaban haciendo análisis. En algunos casos, se han cedido instalaciones universitarias y se puso a disposición del gobierno regional hasta 90 técnicos e investigadores con capacidad de hacer test diagnósticos”, contó.
Ante estas demandas externas, afirmó que las respuestas científico-tecnológicas fueron muy rápidas: “Cuando no se podían conseguir mascarillas lo médicos se dirigieron a nosotros. Hicimos un test para buscar un material que detuviese aerosoles con carga viral, manteniendo la capacidad respiratoria y usando materiales alternativos y fácilmente disponibles. La UNIZAR también ha sumado sus laboratorios de impresión 3D para hacer protecciones faciales”.
“Proporcionar conocimiento y perspectiva” es una de las respuestas universitarias que el investigador español consideró como más importante. “Ha habido un asesoramiento de especialistas a los gobiernos, que ha sido muy útil sobre todo para la toma de decisiones durante la crisis. Una vez pasada la etapa más crítica, se puede hacer análisis con artículos de opinión y divulgación para el público en general”, manifestó.
Investigación y divulgación
“¿Cómo debemos comportarnos universitariamente para actuaciones futuras?”, preguntó Santamaría, y respondió: “Primero, ser modestos, no pretender que somos expertos donde no lo somos, luego ser prudentes en no hacer afirmaciones sin datos y finalmente tener serenidad para aportar un punto de vista más amplio, alejado de la volatilidad del momento”.
Acerca de la divulgación, ejemplificó la relevancia de desagregar conceptos para llegar a la comunidad: “En un artículo que escribí en mayo para el Heraldo de Aragón destaqué que cuando estornudamos, tosemos o hablamos, gotitas de diferentes tamaños salen con el aire exhalado y que existe una persistencia de estos aerosoles: una gota de 5 micras tarda unos 20 minutos en caer al suelo y en ese tiempo es fácil que se vuelva a dispersar. Remarqué la importancia de las mascarillas y de la distancia social y también de la climatología: del invierno al verano las gotas en suspensión se secan 4 veces más rápido y la radiación solar degrada estructuras del virus cuando está expuesto a los rayos ultravioletas”.
Según Santamaría el foco está en la “velocidad vertiginosa de respuesta del sistema de investigación global” ante esta pandemia. Para ello, puntalizó que “al comenzar el 2020 no teníamos a nadie trabajando en COVID-19 y había poca gente en España en este tema, pero en poco tiempo -e incluso en una región pequeña como Aragón- emergen ideas útiles de desarrollo a corto plazo. Las nuevas propuestas surgen siempre del pensamiento lateral, es decir, estábamos haciendo otras cosas que no tenían mucho que ver, pero teníamos herramientas que hemos podido aplicar a esta crisis”.
“El tener mentes entrenadas para enfrentarse a situaciones nuevas es una reserva estratégica para cualquier país. Por eso duele tanto cuando hay recortes presupuestarios en investigación”, subrayó.
Lecciones aprendidas
Entre los aprendizajes de esta etapa, el académico concluyó que “es necesaria la inversión sostenida en investigación. Las soluciones científicas no se improvisan”. Otra de las enseñanzas es la de mantener el espíritu crítico universitario frente a las falsas soluciones y decisiones cortoplacistas. “Deberemos analizar las nuevas vacunas que están saliendo ya que algunas no serán seguras, eficientes o adecuadas y muchos gobiernos tendrán presiones para comprarlas”, advirtió.
“La universidad es un sistema de altas capacidades, que acumula experiencia y conocimiento. Hemos podido explicar, educar y evitar el pánico porque ponemos dar un contexto científico, histórico, social y económico a la crisis. El miedo siempre se combate con conocimiento. Debemos mirar al futuro sin demasiado miedo, pensando que hoy en día tenemos recursos inimaginables para estudiar y combatir el virus y también un acceso universal, pensando en los teléfonos móviles, a la información en tiempo real”, reflexionó.
Por otra parte, Santamaría opinó que hasta ahora las respuestas han venido sobre todo de médicos, científicos, ingenieros y se interrogó por la oportunidad actual de historiadores, filósofos y sociólogos, de analizar y brindar conocimientos desde sus áreas.