Estrategias
Una experiencia de educación inclusiva para discapacitados visuales
Martes 29 de octubre de 2013
La profesora brasileña Ana Cristina Duarte visitó la UNL para compartir su experiencia en la enseñanza de ciencias experimentales, adaptadas a estudiantes ciegos.
El Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Estatal del Suroeste de Bahía (UESB) llevó a cabo un proyecto de investigación en una escuela primaria de Jequié, en el estado de Bahía (Brasil). La experiencia se desarrolló con el objetivo de enseñar contenidos de las ciencias experimentales a una alumna ciega que concurría a un grado regular; y a un curso de niños con discapacidad visual. La profesora y Doctora en Educación por la Universidade Federal da Bahía, Ana Duarte, lideró la iniciativa que se extendió durante nueve meses, y que incluyó diversas estrategias didácticas basadas en el conocimiento a través de los sentidos del tacto y el olfato; y la sensibilización de todos los alumnos respecto de la discapacidad visual.
El viernes pasado, la docente dictó la conferencia “Estrategias de Aprendizaje de Ciencias Experimentales en un proceso de inclusión escolar”, en la que retomó los principales ejes de esa experiencia. La charla tuvo lugar en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la UNL, en el marco del Programa binacional Argentina Brasil CAPES/SPU 038/11.
Aprender con todo el cuerpo
Con ejemplares vivos, collages y modelos artificiales construidos con diferentes materiales, Ana Duarte argumentó que es posible enseñar las ciencias experimentales a estudiantes ciegos, y evaluarlos; tanto cuando se encuentran integrados a cursos regulares, como en escuelas de educación especial.
Así lo comprobó en la experiencia que puso en práctica para transmitir contenidos como la germinación de plantas, las partes del cuerpo humano, los tipos de suelo o los órganos que integran el aparato respiratorio o el digestivo, entre otros. Las estrategias se basaron en la premisa de que el tacto permite construir en el cerebro una imagen sensorial del objeto experimentado, que se complementa con la información conceptual que los estudiantes pueden encontrar en la bibliografía, y en las clases teóricas. “Para necesidades específicas, existen caminos y formas peculiares de aprender y asimilar lo real”, afirmó Duarte.
Entre los desafíos para llevar a cabo con eficacia ese tipo de estrategias, la disertante mencionó “cambiar aspectos de la organización de la institución, contar con el apoyo de la familia, formar a los profesores, y adecuar el espacio físico y los materiales didácticos”. Y enfatizó que “el problema no es sólo matricular sino lograr que el niño aprenda y permanezca dentro de la escuela. Para eso se necesita un proyecto pedagógico que contemple los cambios y adaptaciones necesarios para incluir en todos los grados y niveles del sistema educativo”.
De la exclusión a la educación inclusiva
Durante su exposición, Duarte enmarcó la experiencia en lo que denominó “movimiento por la educación inclusiva”, que comenzó a desarrollarse en Brasil durante la década de 1980, y que se profundizó en los últimos años del siglo XX, a partir de la sanción de una ley que obliga a las escuelas a incorporar a niños y adolescentes con diferentes discapacidades.
En una perspectiva más amplia, la especialista historizó las fases por las que atravesaron políticas de Estado y prácticas sociales, frente al desafío de respetar la diversidad y adaptarse a las necesidades de las personas con algún tipo de discapacidad. Así, se refirió a etapas de “exclusión total”, pasando por diferentes formas de segregación en instituciones, hogares y escuelas donde las personas con discapacidad recibían tratamientos físicos y medicación que dificultaban su inserción social. En una tercera fase se produjo un avance hacia políticas que tienden a la integración a través de la educación, que en una primera instancia mantuvo ciertas formas de segregación institucional; pero que desde las décadas de 1960 y 1970, avanzan a partir del concepto de “educación inclusiva”, que según Duarte se basa no sólo en el respeto por las capacidades diferentes –intelectuales y físicas--, sino que comprende otras diferencias étnicas, sociales y de género.
En esa línea, puntualizó la legislación internacional que sustenta el movimiento por una educación respetuosa de las diferencias, y afirmó que “la inclusión es un viaje sin fin ni vuelta, con todo tipo de barreras y obstáculos, muchos de los cuales están en nuestros corazones y mente”.