Bienal Escénicas
Un grito que multiplica voces
Martes 6 de septiembre de 2016 / Actualizado el miércoles 7 de septiembre de 2016
“El grito de la jauría” es un drama potente, sin vueltas, que de manera explícita interpela a los espectadores para que vivencien diferentes historias de violencia contra la mujer dando como resultado un trabajo con mucho contenido político y social.
Poco después de las 20 en la Sala Maggi del Foro Cultural UNL, y ante una concurrida platea de espectadores, tres actrices se plantaron en medio de una puesta escénica simple -un perchero, un saco y dos sombreros de hombre- para narrar y darle visibilidad a una problemática que atraviesa la sociedad contemporánea: el maltrato, abuso y la violencia que se ejercen sobre la mujer. Ellas son Natalia Pauloni, Micaela Tirsa y Ana Belén Speanza, que bajo la dirección de Brenda Jerichau integran “Aurática Compañía Teatral”, un proyecto de iniciación reciente.
En la sala silencio absoluto. Las protagonistas están en escena, una de ellas se mezcla con el público y entonces comienza el acto: María, Agustina, Candela, Eugenia, Eva… Una lista interminable de nombres de mujeres anónimas es pronunciada por una de sus protagonistas –por Tirza- para poner en contexto a los espectadores y llevarlos a reflexionar sobre las cuestiones que hacen a la problemática. De pronto, con la pregunta “¿Cuántas muertas son muchas?” se marca el tránsito por las diferentes historias que van a vivir en carne propia estas tres jóvenes actrices.
Con mucha crudeza, este trabajo teatral se pone de lado de las expresiones que surgieron en el último tiempo para concientizar acerca de la violencia de género, pero no sólo se queda en eso, pues también arremeten contra la tradición patriarcal, la inoperancia del estado y dan cuenta de la falta de responsabilidad cívica, de políticas o un plan de acción para revertir la situación. De esta manera, el teatro se convierte en una herramienta que ayuda a despertar conciencias.
Las citas de autores celebres se vuelven parte de la trama y le dan más autoridad al trabajo teatral, así en algún momento de la noche se escuchó: “hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer”, de Eduardo Galeano, o "mi cuerpo no es mi cuerpo. Es el cuerpo de los ojos que lo mira. Son los cuerpos de las mentes que los juzgan", perteneciente al Colectivo Colere.
Transcurridos los 45 minutos de función, el silencio se seguía apropiando de la sala, los allí presentes habían sido sensibilizados en alguna parte de su humanidad y eso se sentía. Los aplausos intensos se prolongaron dando cuenta de que hay un futuro promisorio para el teatro joven en nuestra ciudad.