Jueves de Música

Ser intérpretes, hechos y derechos

Lunes 31 de agosto de 2015 / Actualizado el lunes 31 de agosto de 2015

El paranaense “Koky” Satler se sumó al ciclo en el Foro Cultural a través de una charla sobre derechos de intérpretes musicales. Habló sobre cómo debe asesorarse un músico, la situación del país respecto al mundo y los cambios que impuso la tecnología.

Estudiantes, interesados y profesionales de la música se acercaron el pasado jueves a la charla que brindó el paranaense Gustavo “Koky” Satler. El músico se acercó a la Maggi, en el marco del Jueves de Música, para compartir sus conocimientos y charlar sobre derechos de intérpretes musicales en Argentina y el mundo. A su vez, el delegado de la Asociación Argentina de Intérpretes Región Este (Entre Ríos y norte de Santa Fe) estuvo acompañado por Alfredo Bernal, representante de la asociación en Santa Fe.

El invitado comenzó su disertación con una historización sobre el derecho de intérprete en Argentina. Un derecho cuya legislación se remonta a 1933 cuando la Ley de Propiedad Intelectual incluyó en su artículo 56 las primeras consideraciones en cuanto a los derechos de intérprete. ”Se proclamó como un derecho de primer grado fuertemente vinculado al derecho a la libertad de expresión en la que se reivindica la propiedad de la palabra. En este caso, si la obra genera dinero, quien la interpreta posee el derecho de potestad sobre ella y debe recibir una retribución económica”, explica Satler. Pero no fue sino hasta 1973 cuando el Estado Nacional decidió reglamentar la ley y otorgar efectivamente a los músicos la posibilidad de percibir ese derecho.

Al músico, lo que corresponde

“Todo aquel que ejecuta la música, desde el director de una orquesta hasta el que toca el güiro en una banda de cumbia, es considerado intérprete”, definió Satler, a la vez que explicó que “cuando uno graba un disco de forma legal, establece un contrato de uso personal. Es una especie de resarcimiento al artista que no tiene que ver con la figura del autor, ya que este no es precisamente quien la interpreta”.

Durante la jornada, se explicó que todo artista que produce un disco debe registrarlo en la Asociación Argentina de Intérpretes para poder percibir el dinero. Ese derecho es individual, no colectivo, por lo que tiene carácter de título personal que no se puede comprar ni vender. “En el mundo se llegó a un acuerdo en el que la mitad de las ganancias de cada disco va al productor discográfico y la otra mitad va al músico. En nuestro país se logró consensuar en que las dos terceras partes de esas ganancias vayan al músico y solo un tercio se destine al productor”, continuó el músico.

AADI es la institución más importante del mundo en derechos de intérpretes en cantidad de socios que posee. Actualmente lleva registradas unas 250 mil obras musicales y se consolidó como la asociación que más dinero reparte de acuerdo al Producto Bruto Interno en el país.

Nuevas tecnologías y música a la carta

“El caso de las plataformas virtuales es llamativo y complejo. Actualmente se gasta muchísimo tiempo en la digitalización de miles de obras musicales para dejarlas a disposición de los usuarios y el músico no recibe un solo centavo. Solamente con la plataforma Spotify, cada diez mil descargas, 0,016 de dólares son repartidos entre sus autores e intérpretes”, comenta Satler.

“Es difícil pelear la temática en otros países donde no existe el derecho de intérprete. El mercado virtual con el tiempo se va ajustando a una nueva lógica gracias a músicos que se juntan en pos de organizar estas plataformas y que no se violen sus derechos. Todo lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías presenta la necesidad de reformular criterios de circulación libre de bienes culturales. Una cosa es libre y otra cosa es gratuita”, concluyó. 

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