Entrevista a Ricardo Piglia
"Saer encuentra muy temprano su voz poética"
Miércoles 15 de agosto de 2007
El autor de Respiración artificial retoma algunos temas de sus fructíferos diálogos con el autor santafesino. La amistad entre escritores y la distancia entre sus obras.
Los personajes más recordados de la narrativa de Ricardo Piglia practican la verborragia. Como también ocurre con el autor que les ha dado vida y letra, los temas preferidos de esos personajes son la literatura, la historia, la política y el cruce de esos campos a través de algunas hipótesis provocadoras que ya han quedado instaladas, aun siendo líneas de diálogo de personajes literarios, como ideas muy fértiles para pensar de modo crítico la literatura argentina. En los recordados diálogos sobre literatura iniciados hace casi veinte años en la UNL, Piglia y Saer se dejaron llevar por sus temas predilectos y más de una vez volvieron a repetir la performance en otros escenarios. En la apertura del III Argentino de Literatura, y a poco más de dos años del fallecimiento del escritor santafesino, Ricardo Piglia brindó una conferencia enteramente dedicada a la obra de Juan José Saer.
Lectores escritores
Hay una figura, una práctica, que atraviesa toda la obra narrativa y crítica de Piglia y que encuentra un punto de condensación en uno de sus últimos libros: El último lector. Retomando esta reflexión interesada por la lectura, Piglia ubica a Juan José Saer, junto con Macedonio Fernández y a Carlos Mastronardi, como uno de los mejores lectores de la literatura argentina. “Básicamente me interesa la relación que tiene Juan José Saer con la poesía, como lector constante de poesía, muy atento a las tradiciones poéticas al mismo tiempo que muy cuidadoso de esas tradiciones”, señala Ricardo Piglia. “Me parece que Saer lee la prosa desde la poesía. Y eso conformaría otro tipo de ejemplo: el del escritor que está leyendo desde un lugar que no está vinculado a la teoría sino a la poética.”
Llevando todavía más lejos esa figura primera e incesante del escritor como un genial lector, imagen que concuerda perfectamente con cualquier definición que uno intente del propio Piglia, el autor de La ciudad ausente reconoce el carácter original como escritor de su par santafesino. “Es excepcional en el sentido de que encuentra un mundo y una voz propia muy rápido. Es un verdadero acontecimiento el modo en el que Saer ha encontrado en su primer libro, En la zona, un mundo, una serie de personajes y una perspectiva narrativa que es única”, asegura Piglia. “En ese momento me parece que Saer toma elementos de los autores que está leyendo: la sintaxis de Juan L. Ortiz, los personajes de provincia de Cesare Pavese que se pasan la noche caminando, el tono conversacional de los personajes de Roberto Arlt y la idea de una prosa que persiste como tono personal, muy propia de Onetti o de Faulkner, elabora muy rápido esos elementos y avanza en un camino propio. Eso es lo que buscan hacer todos los escritores para los que la lectura es importante –que yo creo que son todos–, que es convertir el material leído en una voz propia.”
Literaturas antitéticas
Los diálogos entre Piglia y Saer, que tuvieron sus primeras versiones en nuestra universidad y luego fueran publicados por su Centro de Publicaciones, fueron retomados en otras tantas ocasiones públicas por ambos autores. Más allá de estas concertadas puestas en escena de la imagen de escritores dialogando, que hubiera hecho las delicias de Roland Barthes, Juan José Saer y Ricardo Piglia fueron amigos. De todos modos Piglia considera que sus obras son antitéticas. “Así son las amistades entre escritores: uno no quiere conversar con el que hace lo mismo que uno. Me parece que las conversaciones entre escritores que mejor funcionan son aquellas entre escritores que tienen poéticas muy diferentes, pero que no se cierran en esa poética. Que no miran la literatura solamente a partir de lo que ellos hacen como si eso fuera todo lo que hay que hacer con la literatura”, afirma Piglia.
“Alguna vez con Juani (Saer) fantaseamos con la idea de escribir una novela juntos. Pensamos en escribir una novela policial que iba a tener forma epistolar, con un detective en París y otro detective en Buenos Aires, los dos retirados, y que escribiéndose cartas iban resolviendo crímenes que aparecían en los diarios. La idea era que cada uno escribía las cartas del detective que le correspondía. Elegimos el género epistolar porque tanto en la literatura de Saer como en mí literatura –sobre todo en Respiración artificial– las cartas tienen mucha importancia”, revela Piglia. “Nos gustaba la idea de escribir una novela epistolar que fuera verdaderamente una novela epistolar: dos escritores que se escriben cartas, que se transforman en detectives a través de las cartas”.
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