Gualeguaychú
Optimizan una planta de efluentes cloacales
Jueves 8 de febrero de 2018 / Actualizado el jueves 15 de febrero de 2018
Con aportes claves de investigadores de la FIQ, el pasado 3 de febrero comenzó la extracción de barros de la planta de tratamiento de efluentes cloacales de Gualeguaychú para garantizar su óptimo funcionamiento.
Con una recorrida por la planta de tratamiento de efluentes cloacales del intendente de Gualeguaychú, Martín Piaggio, quedaron inaugurados los trabajos de extracción de barros que se acumularon durante los últimos 12 años. La labor comenzó a partir de un convenio de trabajo conjunto firmado en 2016 entre la Municipalidad de Gualeguaychú y la Facultad de Ingeniería Química de la UNL, en tanto que la veeduría del proyecto quedó a cargo del Foro Ambiental de Gualeguaychú. De esta manera, la FIQ da respuesta a un problema central en la planta de tratamiento de líquidos cloacales de la ciudad entrerriana, que cuenta con una población de 80.000 habitantes.
El aporte de FIQ
La planta de tratamiento cuenta con una estación elevadora con bombas que reciben el líquido cloacal y lo envían a un desarenador, un equipo que elimina la materia inorgánica inerte. Luego ingresan a una laguna donde se introduce aire y los microorganismos se encargan de degradar la materia orgánica. Tras este proceso, se reproducen y se transforman los contaminantes en bacterias. Una vez que deja la laguna aireada mecánicamente, el líquido ingresa a un sedimentador donde se separan las bacterias para una vez libre de las partículas, pasa a una etapa de desinfección donde se eliminan los patógenos y, finalmente, se descargan al río. “Eso era lo que tenían. La planta cuenta con dos líneas de trabajo, con dos sedimentadores que tienen 120 metros de largo, 70 de ancho y tres profundidad, es decir unos 25.000 metros cúbicos cada uno. Esos dos sedimentadores estaban llenos, no había más espacio y uno de los problemas que tenían es que no se previó la necesidad de eliminar barros y disponerlos de alguna manera”, explicó Alejandro Bernabeu, docente e investigador de FIQ y responsable del proyecto.
Bernabeu agregó: “Había que proponer una alternativa para limpiar esos sedimentadores, que a su vez quede como alternativa futura para seguir limpiándolos en forma gradual. La eliminación de barros es simple cuando se arranca el primer día y son volúmenes chicos, acá hablamos de más de 50.000 metros cúbicos, lo cual es un volumen muy importante. Y esa acumulación era el producto de 12 años de trabajo en la planta sin eliminación de barros”.
En este sentido, el profesional señaló: “Lo primero que se hizo, más allá de las visitas para interiorizarnos sobre el funcionamiento de la planta, de caracterizar cómo llegaban los líquidos cloacales, es un trabajo de laboratorio, con algunos ensayos para ver si esos barros se podían filtrar, centrifugar o buscar otra metodología apta para su eliminación”. Luego de las primeras evaluaciones y estudios, se optó por utilizar tubos de geotextil, una tecnología innovadora en la región que tuvo un costo de inversión de unos 100 mil dólares, descartándose otras alternativas más costosas.
“Se trata de una malla con orificios, que era la alternativa más simple de utilizar. Requiere una etapa de agregado de aditivos llamados floculantes y luego se bombea a los tubos, donde se sedimentan los sólidos y permiten que el líquido, libre de bacterias, filtre al exterior del tubo. Ese líquido se recoge y vuelve a la pileta de sedimentación, por ello hay que hacer una balsa para colocar dentro del sedimentador; el barro se aspira por bombeo y se envía a estos tubos. La planta se proyectó con diez tubos que trabajan en paralelo: primero se trabaja con uno y el proceso se repite varias veces, alrededor de 15 días, para el llenado y luego se deja secar. Una vez que pasaron los 15 días se sigue con el segundo y así sucesivamente hasta que al final, a los 150 días, el barro del primero está seco; se abre el tubo y se extraen los sólidos, que pueden tener un destino agronómico. Si hubiera contaminación, por ejemplo con metales pesados o pesticidas, se puede utilizar en la gestión del relleno sanitario. El destino de esos barros se podrá conocer dentro de 150 días”, detalló el responsable del proyecto.
Finalmente, Bernabeu indicó: “esta planta no tiene antecedentes en el país porque en los estándares se utiliza playa de secado, como tiene la ciudad de Santo Tomé, que desde el primer día va extrayendo cantidades relativamente chicas de barros. En este caso había que buscar una alternativa diferente, se sacan unos 4.200 kg de sólido seco por día y hay un ingreso de 100 kg diarios provenientes de las lagunas aireadas. Eso permitiría poner los dos sedimentadores en condiciones para que en un año y medio sigan operando y queda la tecnología apta para seguir operando”, finalizó Bernabeu.