Recursos hídricos
Observatorio del agua mexicano como ejemplo para Santa Fe
Viernes 3 de mayo de 2013
La investigadora María del Socorro Menchaca Dávila visitó la UNL para dar a conocer el trabajo que se realiza en el Estado de Veracruz y que podría imitarse en la región.
Las culturas prehispánicas endiosaban los recursos naturales. Tlaloc, por ejemplo, representaba al dios de la lluvia, por lo cual estaba ligado al agua, hacía que ésta escurra y se concentre en las cuencas. Hoy, siglos después, los científicos estudian los fenómenos relacionados con el vital elemento y su sustentabilidad. Un caso es el trabajo que realiza en Veracruz, México, el Observatorio del Agua, coordinado por María del Socorro Menchaca Dávila, un ejemplo que puede ser de gran ayuda para la provincia de Santa Fe y la gestión de los recursos hídricos.
“Nosotros investigamos las cuencas como objetos de estudios complejos. Para ello, un grupo de investigadores hemos diseñado un observatorio para el Estado de Veracruz, que implica al agua de sus cuencas y costas”, destacó la mexicana que visitó la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
Según datos de la ONU, en todas partes la disponibilidad de agua dulce está disminuyendo de manera significativa en cantidad y calidad y, si las tendencias se mantienen, en 2025 cerca de 1.800 millones de personas en el mundo tendrán escasez absoluta del recurso.
“En Argentina, dicen que tienen la reserva de agua dulce más grande del mundo, pero yo les diría que comiencen a sacar cuentas de los niveles de contaminación de todos los ríos y cuáles son los elementos que están contaminando”, advirtió.
Por eso, es que el ejemplo de México puede servir para tomar acciones con fundamentos científicos en la región y en el país: “Los objetivos de un observatorio son evaluar, planear y desarrollar acciones en torno al manejo integral de cuencas. Todo en el contexto del desarrollo sustentable, además establecer diversos mecanismos que coadyuven a la gobernanza”, definió.
Componentes de un observatorio
De acuerdo con Menchaca Dávila, el Observatorio de Veracruz posee seis componentes: una red de colaboración académica del agua, que se conforma desde el exterior de la universidad y al exterior de ella. “Establecemos lazos de trabajo en proyectos específicos con personas que cuadran con el perfil de la problemática tratada, lo cual implica que siempre habrá algún cientista social, económico o ambiental. Si queremos saber qué fenómenos ocurren por problemas de gestión ambiental, siempre deberemos establecer redes. También, nos conectamos a nivel nacional e internacional”, contó.
El segundo componente es el sistema de información, un elemento básico y fundamental sin el cual los científicos no pueden trabajar, mientras que el tercero es un marco de principios, que contempla una metodología de manejo integrado de cuencas. “Tenemos una gama de metodologías que miden índices de escasez del agua, que proponen modelos para tomar decisiones en situaciones de riesgo hidrometeorológico con alerta temprana, para analizar cuál es el sistema hidráulico para una cuenca y qué obra se tiene que hacer o no, o que den cuenta del factor antrópico que está afectando a los servicios ambientales”, destacó.
Según agregó, un cuarto elemento es la definición metodológica del análisis de políticas públicas en materia de agua. “Medimos la percepción local sobre la calidad y cantidad de agua, si existe una cultura de su cuidado o no y si la comunidad estaría dispuesta a tributar para los bienes y servicios ambientales. También vemos qué está haciendo el gobierno. Luego, cruzamos toda esa información y les decimos a las autoridades si lo que están haciendo resuelve problemas o no”, puntualizó.
El quinto elemento es el diseño de un modelo de organización académica matricial en torno de la problemática del agua. “Proponemos que la docencia se articule con la investigación, porque de otro modo no se pueden resolver las problemáticas complejas de las cuencas”, consideró.
“El sexto elemento es un desarrollo de estrategias de gestión en un marco de gobernanza, una instancia central. La universidad está conminada a generar conocimientos y formar recursos humanos de alto nivel. Mientras tanto, el gobierno está conminado a atender las demandas que la sociedad le hace sobre agua, alimentos o aire, por ejemplo. Por último, la sociedad es corresponsable de las acciones del gobierno”, completó.