Cierre del ciclo

Medicamentos: ¿bien público o bien de mercado?

Miércoles 1 de diciembre de 2010 / Actualizado el jueves 2 de diciembre de 2010

Estrés, sexualidad, felicidad, sueño; para todo hay un medicamento pero, por otro lado, existen poblaciones completas que no acceden a los fármacos vitales. Mercedes Salamano habló de las tendencias del mercado y las responsabilidades del Estado en materia far

Basta un breve recorrido por los medios de comunicación para que la publicidad de medicamentos ponga en evidencia la medicalización de la vida cotidiana. “Pero además hay un proceso de medicamentalización que tiene que ver con lo naturalizado y acrítico que se ha vuelto hoy el consumo de un sin fin de medicamentos”, afirmó la farmacéutica y socióloga Mercedes Salamano ayer en el último café científico del año.
Así comenzó el encuentro en la Chopería Santa Fe que se desarrolló bajo el título “Medicamentos: solución y problema para la salud pública”. La experta rosarina plateó un debate que dio cuenta de las tensiones en un campo atravesado por lo político.
“Si bien el fármaco acompaña la atención de la salud desde el siglo XVIII, empieza a ejercerse una transformación en el cuidado de la salud que además de proceso social lo hace un proceso biopolítico”, destacó Salamano.
La aparición de nuevos medicamentos y la expansión de su uso a distintos campos provocan una invasión en la vida cotidiana por lo que “hoy el medicamento es un eje en el sistema de salud y en el mercado”, contó.
De esta forma y con un interesante debate de mesa a mesa culminó la edición 2010 del ciclo de cafés científicos organizado por la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación del gobierno de Santa Fe junto con la Universidad Nacional del Litoral (UNL), la FRSF - UTN, la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF) y el Centro Científico Tecnológico (CCT) CONICET Santa Fe.

La farmacia en la sociedad
Cuando una persona se enferma o muere lo hace en un contexto histórico y en función de un sistema de atención de salud. En este sentido, la docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), repasó la evolución de la especialidad farmacéutica.
“La época de oro de la industria farmacéutica fue entre los ´50 y los ´70 donde salieron muchos medicamentos que mejoraron el bienestar de la población. Pero desde ese entonces, para mantener las ganancias, la industria saca medicamentos parecidos al mercado”, contó Salamano.
El neoliberalismo, en el ámbito farmacéutico, significó que el medicamento se instale como una forma de ayudar al individuo a llegar a su imperativo de éxito y rendimiento. “No se trata del mismo medicamento que conocíamos antes”, reflexionó.
“Además, hay un valor simbólico muy grande en torno a lo que cura. Sobre todo en quienes están más expuestos como son las personas mayores, parece haber una consigna o mito que entre más costoso, más valioso”, comentó.

Política social
“Hay un grueso de la población que tiene necesidad básicas satisfechas y sobre consume medicamentos. Por otro lado hay un pool de personas –que los sociólogos llaman individuos con carencias– que ni siquiera tienen el medicamento esencial que les permite vivir”, describió Salamano.
Como contrapeso de las tendencias neoiliberales, existe otra forma de entender al medicamento: como bien público y, por lo tanto, como objeto de política de salud. “El medicamento, vinculado a las acciones de salud pública ha de ser considerado como un bien social”, sostenía Arturo Oñativia. Del mismo modo, estas ideas pueden encontrarse en las bases del pensamiento de Ramón Carrillo.
Como explicó Salamano, entender al medicamento como bien social implica fortalecer la industria nacional para evitar la dependencia, regular la comercialización, las publicidades, los ensayos clínicos y todo lo que permita a los ciudadanos acceder a un medicamento de calidad a precio justo.
Poder expandir la industria a áreas comercialmente no atractivas es una de las deudas modelo neoliberal. Las enfermedades huérfanas –aquellas que se relacionan con la pobreza o, por otra parte, las que se denominan raras o infrecuentes– no son de interés desde un punto de vista comercial.

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