Momentos históricos
Los orígenes del teatro de la Facultad de Ingeniería Química
Martes 13 de agosto de 2019 / Actualizado el martes 13 de agosto de 2019
En la década del ‘60, y en consonancia con lo que sucedía en la ciudad, un grupo de estudiantes daba origen en la Facultad a esta disciplina artística. El mítico Octógono era escenario y testigo del surgimiento de una nueva actividad: el teatro.
En 1961 nacía la Escuela de Teatro de Santa Fe de la mano de un director francés llamado Oscar Fessler. Paralelamente, Vladomiro Mariano Brnich cursaba su segundo año de la carrera de Ingeniería Química en la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y soñaba con ser parte de esa nueva Escuela. Ese año convocaron al examen de ingreso y ahí se presentó Bico, como lo llamaban en su núcleo familiar a este descendiente de inmigrantes croatas. “Mi madre me decía Bile (porque era muy blanquito). Pero en aquel momento, mis padres tenían dos hoteles en Chaco donde nací, entonces los pensionistas en lugar de decirme Bile me decían Bico, y por una confusión en la pronunciación me quedó mi sobrenombre actual”.
Era una escuela de teatro muy importante para la época, conducida por un director francés reconocido que estaba viviendo en Buenos Aires. Finalmente, ese mismo año aprobaron el examen e ingresaron veinte estudiantes de cuales dos eran de UNL: Adela Rey de la FCJS y Mariano de FIQ. El jurado del examen estaba integrado por: Oscar Feesler, María Rosa Gallo, José María Paolantonio y Francisco Maragno. “Fue un examen muy interesante por las cosas que teníamos que hacer: una improvisación y preparar el trozo una obra. Para eso elegí: Los pequeños burgueses de Máximo Gorki, una obra que me había impresionado cuando hice el servicio militar en Buenos Aires, ciudad en la que resido actualmente”.
Creación del Teatro de la FIQ
A fines de 1962, la Escuela de Teatro se cierra, y un pequeño grupo de amigos se plantea si existía la posibilidad y el interés de generar un espacio similar en la Facultad. “El Bar de la Facultad, ubicado en San Jerónimo y Bv. Pellegrini, era uno de los lugares donde solíamos reunirnos para conversar sobre esta idea. Un tiempo después, éramos varios los interesados y formamos el primer grupo activo que se movilizó por este objetico común: crear el Teatro de la FIQ”.
Se reunieron con el decano, que en ese entonces era el Ing. Alberto Davie, para manifestarle esta inquietud. La autoridad apoyó la iniciativa y se definió nombrar al “Negro” Miguel Flores como director. El resto del grupo, conformado en 1963, estaba integrado por: Héctor Dayer, Carlos Scarabino, Mariano Brnich, Víctor Hugo Dappitt, Antonio Calvar, Jorge Cañas, Amalia Santiesteban, Juan G. Biagioni, Luis Palmier, Regina Weiner, Rubén Edsberg, María Rodríguezm Raúl Fisolo, José Scardino, Carlos A. Fiorenza, José Tonero, Sonia Kindrasiuk, Estela Martínez y Guillermo Carafi.
“En noviembre de ese año también hicimos la primera presentación del teatro de la FIQ en el Octógono (aún no existía el actual Salón de Actos). Eran improvisaciones de una pequeña obra que se llamaba: Sucedió en Bulevar, y luego otra obrita de los estudiantes de la Universidad de Pichincha. Todos los ensayos los realizábamos en un aula grande del 3er piso, ubicada al sudoeste del Octógono”, recordó Bico.
Cabe destacar que el desarrollo de las actividades artísticas, como lo fue el caso del teatro, “lo hacíamos en el marco de una cátedra que se llamaba: Integración cultural".
Luego de esa primera presentación, se producen algunos cambios en la dirección del teatro que pasa a estar dirigida por Brnich, y en 1965 se realiza la segunda presentación del grupo de Teatro de la FIQ. Esta vez, se realizó fuera de los muros de la Facultad, en una sala céntrica llamada: Cincel Taller de Teatro.
Bico recuerda aquellos días con enorme satisfacción, “Luis Palmier iba preparando su tablero de luces, se definieron las personas para escoger el tema musical, la persona responsable de maquillaje, el que elaboraría el programa del espectáculo y todo lo demás. Cuando teníamos todo preparado, hablamos con el director de la sala Israel Wisniak, y llegamos a un acuerdo. Había mucha premura en el grupo porque también estaban próximos los exámenes, así que nos sentíamos felices y nerviosos a la vez”.
Llegó el momento de la presentación, aquel sábado 13 de noviembre de 1965, que el grupo de teatro universitario no olvidará jamás. “El día del espectáculo todo el grupo estaba viviendo momentos inolvidables. La sala estaba colmada de gente”.
Conjugar ingeniería y teatro
“Nos sentíamos muy bien con lo que hacíamos, creo que administrábamos bien nuestro tiempo, que cumplíamos con nuestra responsabilidad en el estudio y hacíamos lugar para nuestros ensayos, que por cierto disfrutábamos”, recuerda Bico que no sólo estudiaba sino que ocupada sus días con una de sus pasiones: el teatro. “Los conjugaba perfectamente, eran dos aspectos de mi vida en una especie de luna de miel. Me parece que estas inquietudes, en el caso del teatro en mi caso, del deporte o de la política en otros, me parecen muy bien. Hacer actividades distintas a la ingeniería, a lo estrictamente académico, me parece muy bueno porque todo hace a la formación cultural de los estudiantes”.
Bico dedicó gran parte de su tiempo al teatro y a la pintura, y profesionalmente como Ingeniero Químico, se dedicó a la ingeniería en empresas privadas y en el sector público, y también probó suerte en varios emprendimientos propios. “Paralelamente a mis estudios y al teatro, me dediqué a ver mucho sobre pintura. Empecé darme cuenta que me interesaba mucho, tanto así que la pintura terminó siendo uno de mis grandes amores. En esa época simplemente visitaba galerías de arte y aprendí a ver una pintura. Ya en Buenos Aires, me dediqué a pintar”.
VII COVEIQ
Bico también fue parte del VII COVEIQ (Comisión Organizadora de Viajes de Estudio de Ingeniería Química) realizado en 1967 y gracias al cual pudieron viajar durante cinco meses por diferentes países de Europa.
Se trataba del séptimo año que los estudiantes de Ingeniería Química de Santa Fe organizaban viajes a Europa, para ayudar a viajar a quienes estuvieran próximos a recibirse. El dinero recaudado provenía de la venta de una rifa, hecho que le hizo recordar las propagandas que hacían por aquellos años y con las cuales recorrían las calles de la ciudad. “Aún cuando la rifa era muy conocida en Santa Fe, ese año se hizo mucha propaganda y el éxito de venta superó todas nuestras expectativas. Creo que ha sido uno de los pocos que ha podido reunir dinero y recorrer alrededor de 14 países”. Además, durante “travesía oceánica” como le gusta nombrarla a Mariano, arribaron a los siguientes puertos: Buenos Aires, Montevideo, Santos, Río de Janeiro y Lisboa.
Bico continuó recordando la difusión de la rifa que hizo posible ese viaje: “era impresionante ver el entusiasmo que había cuando salíamos por las calles con un Ford T. Los grandes se paraban y sonreían al vernos pasar, los chicos estaban eufóricos, gritaban y se querían subir al coche, era una verdad multitud”.
El premio mayor de la rifa era un chalet en la Avenida Costanera de la ciudad, que aún se conserva habitable y al cual Bico tuvo la posibilidad de volver a ver este año cuando estuvo en Santa Fe, retornando a su memoria los recuerdos entrañables de su paso por la Facultad.
Prensa FIQ | UNL