Vinculación
La vinculación tecnológica y el desarrollo como ejes de debate
Martes 8 de octubre de 2019 / Actualizado el miércoles 9 de octubre de 2019
La naturaleza del vínculo entre las universidades y la sociedad fue uno de los ejes principales de reflexión. El marco fue el Congreso de la Red UE ALCUE realizado en la UNL.
Durante cuatro días, la vinculación tecnológica y su impacto en la transformación social, constituyó el eje que invitó a la reflexión de expertos, gestores tecnológicos, vinculadores, investigadores, docentes y emprendedores de América Latina, el Caribe y la Unión Europea. El marco fue el Séptimo Congreso Internacional de la Red Universidad-Empresa de América Latina, el Caribe y la Unión Europea (ALCUE) que se desarrolló en la sede de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
A lo largo de una diversidad de actividades propuestas se fueron desandando las distintas aristas que constituyen la complejidad del proceso de vinculación tecnológica con un sentido transformador de la realidad, y la reflexión acerca de cuáles son sus alcances y sus desafíos a futuro. Sin duda, la naturaleza del diálogo que se entabla entre las Universidades, el sistema de ciencia y tecnología y el medio, constituyó una directriz que hilvanó el debate general del Congreso.
El Séptimo Congreso del espacio ALCUE dejó muchas reflexiones, abrió nuevos caminos y sirvió de escenario de futuros acuerdos para la profundización de políticas de cooperación motivadas por el desarrollo de los países y las regiones.
El rol de la Universidad Pública en el desarrollo socioproductivo
Bajo esa consigna, una de las conferencias centrales del Congreso, dio lugar a las reflexiones de Mario Barletta, ex rector de la UNL y actual embajador de la Argentina en la República Oriental del Uruguay. Casi de modo categórico Barletta afirmó que el desarrollo socioproductivo de cualquier país o región es posible sólo con la definición de una política de ciencia, tecnología e innovación orientada en función de las prioridades temáticas, y que por tanto, esa prioridades deben basarse en las necesidades y demandas sociales. “La identificación de áreas temáticas se realiza combinando las necesidades sociales y los insumos tecnológicos para hacerles frente”, aseguró. Haciendo hincapié en que en dichos procesos, “los actores no solo pertenecen al ámbito de la ciencia y la tecnología e innovación, sino que también pertenecen a la política ambiental, social, de salud, cultural, etc. La comunidad global enfrenta grandes desafíos y la sociedad debe abordarlos, a través del mejor análisis, acciones poderosas y mayores recursos. Los desafíos deben convertirse en soluciones sostenibles en temas como cambio climático, calentamiento global, suministros de energía, seguridad alimentaria, envejecimiento de las sociedades, la salud pública, el derecho al agua, la inclusión social, etc.”, amplió. Subrayó la importancia de lograr que la ciencia y la tecnología sean un “círculo virtuoso”, y para ello es necesaria una política de Estado con capacidad de establecer prioridades, asignar recursos, plantear reglas claras y procedimientos.
Entre los desafíos que enfrentan los países latinoamericanos en materia de desarrollo, señaló en primer lugar, la baja inversión en ciencia y tecnología, que en la mayoría de los casos no llega a 1 % del PBI. En la misma línea, destacó que “a los problemas estructurales se suman problemas culturales, la distancia entre los científicos, y las empresas; mientras los primeros tienen su atención en publicar en revistas especializadas, los segundos, preocupan por una respuesta más rápida de maximización de las ganancias”. Es decir que las motivaciones de las empresas y de los organismos de ciencia y tecnología suelen diferir, respecto a tiempos y objetivos.
No obstante estos factores, señaló el derecho al acceso a la educación como el principal desafío para la movilidad social ascendente de las comunidades. “Las Universidades se tienen que hacer cargo del momento, del lugar y del tiempo histórico en el que les toca existir y transitar”, y puso en valor: “La UNL es una Universidad que se adelantó a los tiempos, porque nosotros hace 20 años, ya estábamos trabajando en lo cultural, en lo estructural y en la definición de políticas”.
Respecto a la transferencia de ciencia y tecnología, aseguró “no tiene lugar de modo espontáneo, como tampoco existe un mercado de ideas donde los investigadores ofertan el conocimiento y las empresas lo demandan a un precio determinado. El conocimiento generado en las Universidades Nacionales y Centros de Investigación se encuentra en un estado embrionario que requiere de inversiones para transformarse en innovaciones. Estas inversiones conllevan elevado riesgo, dado que tanto su aplicabilidad práctica como su utilidad de mercado, son inciertas”. Tal como lo desarrolló, el enfoque sistémico de la innovación no supone un proceso lineal impulsado por la oferta que empieza en la investigación y culmina en el mercado, sin embargo, “en la mayor parte de las políticas de innovación prevalece esta lógica, tenemos que orientar mayores esfuerzos y gestiones a impulsar la innovación desde el lado de la demanda, más aún en países como el nuestro, con una estructura productiva con fuerte presencia de sectores de baja intensidad tecnológica”.
Al cierre de su exposición destacó que, en tanto se conciba la ciencia, la tecnología y la innovación como factores “principalísimos” para, por un lado generar mejor calidad de vida a los ciudadanos y, por el otro ser el principal aporte al crecimiento y desarrollo del país, “no cabe duda que deben conformar verdaderas políticas de Estado, o vamos a repetir y repetir sin entrar al círculo virtuoso que nos conduzca a los Estados posibles. Tenemos que incorporar conocimiento, innovar, desarrollar tecnología, incrementar la competitividad con innovaciones que agreguen valor y aumenten la eficiencia de los procesos productivos. Hay países en el mundo que lo demuestran poniendo allí la prioridad. La revolución es la educación y la ciencia puesta al servicio de las necesidades sociales”, subrayó.