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Luego del desastre climático a causa de las intensas lluvias que atravesó la ciudad de Bahía Blanca, la Universidad Nacional del Litoral junto con la Federación Universitaria del Litoral impulsaron una campaña de donación para las familias afectadas y durante 10 días se propusieron ocho puntos de entrega en la ciudad de Santa Fe y Esperanza, a través de los centros de estudiantes, facultades y la Secretaría de Extensión y Cultura.

Todas las donaciones recibidas – ropa, frazadas, colchones, calzados, elementos y productos de limpieza, alimentos no perecederos y para mascotas fueron concentradas en un solo transporte para ser trasladadas a la ciudad de Bahía Blanca en un trabajo articulado con la Universidad Nacional del Sur. Cabe destacar que además la UNL donó 10 mil raciones de alimentos nutritivos que produce en su planta de elaboración en la ciudad universitaria.

“Se ha logrado completar un camión semi remolque con aproximadamente 60 metros cúbicos de donaciones, no solamente de particulares, sino también de otras instituciones de la región que se acercaron durante todo este tiempo. Queremos agradecer por el acompañamiento, por siempre dar respuesta y a la empresa de transporte Family que realiza el viaje de manera gratuita” remarcó Lucila Reyna, secretaría de Extensión y Cultura.

Compromiso estudiantil

"Fue muy positivo todo el trabajo realizado durante estas semanas" señaló, Roberto Longo, presidente de la FUL “estamos muy contentos con la respuesta de la gente y la participación de los centros de estudiantes, con quien articulamos en una primera instancia y luego el compromiso de la comunidad estudiantil de la UNL, donde más de 120 estudiantes voluntarios respondieron a la convocatoria para acompañar todo el proceso de recepción, clasificación, y embalaje de las donaciones culminando hoy con esta carga conjunta para que puedan salir para Bahía Blanca". 

La Universidad bajo agua 
Cabe destacar que la Universidad Nacional del Sur, al igual que otras instituciones educativas, quedó severamente afectada por la inundación y con una gran pérdida económica que supera los 7 mil millones de pesos, más de 70 mil libros dañados, casi 10 mil metros cuadrados de laboratorios, aulas y gabinetes inutilizados, y equipos de docencia e investigación completamente destruidos. Uno de los espacios más afectados fue el subsuelo del edificio más antiguo de la universidad, donde el agua alcanzó más de dos metros de altura. Allí se perdió buena parte del acervo de la Biblioteca Central, incluyendo el Centro de Documentación Bibliotecológica, el repositorio de tesis de posgrado y una colección completa de obras de Santo Tomás de Aquino, de valor histórico irrecuperable.