Desarrollo

La participación en problemas socioambientales fue eje de debate

Martes 10 de noviembre de 2015 / Actualizado el martes 10 de noviembre de 2015

Claudia Natenzon brindó una conferencia en la FICH para reflexionar y discutir acerca de cómo promover procesos participativos sustentables para la resolución de conflictos generados por el uso de los recursos naturales.

En temas de riesgos de desastres, los procesos participativos constituyen una componente insoslayable. Claudia Natenzon, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), posee una extensa trayectoria como consultora de organismos públicos, nacionales e internacionales en esta temática y brindó una conferencia en la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en el marco del ciclo de debates “Hacia un desarrollo sustentable”, que organiza la Secretaría de Vinculación Tecnológica y Desarrollo Productivo de la Universidad.

Bajo el título “Procesos participativos y resolución de problemas ambientales”, la experta presentó algunos conceptos relacionados con la participación y su importancia en la resolución de conflictos que se generan entre diferentes actores sociales por los usos de los recursos naturales. Asimismo, planteó el debate acerca de cómo promover procesos participativos de buena calidad y sostenidos en el tiempo, capaces de garantizar la resolución de dichos problemas.

La problemática ambiental
Según Natenzon, esta problemática es compleja, lo cual significa que su resolución no depende sólo del abordaje transdisciplinar que abarca tanto a las ciencias naturales como sociales. “La resolución que propone la ciencia es incompleta y requiere de otro abordaje relacionado con la construcción colectiva de nuevos conocimientos por parte de actores sociales que no pertenecen al ámbito científico”, explicó la especialista.  

Todo problema conlleva conflictos, cuya esencia es puramente social. “Para que haya conflicto tiene que existir una sociedad que lo genere, es decir, intereses sociales en pugna. Por eso prefiero hablar de problemas socioambientales”, subrayó Natenzon, al tiempo que señaló como cuatro grandes fuentes de conflicto el uso, manejo y valorización de recursos naturales; la contaminación; los procesos de protección y conservación de especies, ambientes o funciones ambientales, y la peligrosidad, exposición y vulnerabilidad social, en tanto componentes del riesgo ambiental y su transformación en catástrofes. “Cuando las observamos en conjunto vemos que lo que está en el centro de la conflictividad y genera necesidades de estudio es el uso de los recursos”, acotó la investigadora.

El rol de la participación
El abordaje de cualquier problema ambiental requiere el estudio del medio físico, natural o construido donde se inserta, la distribución de la población involucrada, sus bienes y recursos, así como los aspectos políticos, normativos y culturales asociados a dicha problemática. Natenzon sostiene que el campo científico y profesional participa de este proceso, pero no puede ofrecer una respuesta completa al problema. En este sentido, la investigadora planteó: “¿Cómo resolver problemas donde los hechos son inciertos, hay valores en conflicto, lo que se pone en juego es alto y las decisiones son urgentes? Adquiere peso el consenso público y la necesidad de dar participación a todos los tomadores de decisión”.

La participación es un proceso por el cual los actores sociales, involucrados en un problema o conflicto de gestión vinculado con el ambiente, expresan sus intereses y posturas, requerimientos y compromisos, y buscan soluciones de conjunto que beneficien a las mayorías. Tras aclarar que existen diferentes formas (ciudadana, comunitaria y asociativa), Natenzon destacó al proceso de Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH) como ejemplo de cómo encarar la complejidad de una cuenca y gestionarla para dar respuesta a diferentes intereses parciales, pero legítimos, en torno a diversos usos de los recursos de esa cuenca. “Los conflictos actuales de la gestión del agua en América Latina remiten a un problema de gobernabilidad. La GIRH involucra multiplicidad de actores sociales, dimensiones, sectores, unidades político administrativas, disciplinas y escalas geográficas. En este marco, los procesos participativos adquieren centralidad. Las comunidades no son entidades homogéneas, sino que albergan diferentes ideas de qué hacer con el agua, y hay que saber observar esa diversidad”, afirmó la experta.  

Los desafíos
Actualmente, los procesos participativos para la construcción colectiva de conocimientos presentan dificultades en su desarrollo y esto disminuye la motivación para la participación sostenida de los actores. “Científicos, técnicos y funcionarios señalan que cuesta lograr una buena participación. Los motivos que se observan son individualismo extremo y fragmentación social; cultura social pasiva que espera todo del Estado; frustración, escasa credibilidad y escepticismo de los asistentes a experiencias participativas formales que se visualizan como manipulación política; desconfianza del político respecto de procesos participativos por miedo a enfrentar demandas que no puede satisfacer; escasez o falta de metodologías probadas para una gestión coparticipada y de concertación conducida desde el Estado”.

El desafío es revertir esta situación, promoviendo procesos participativos sustentables  que permitan resolver las problemáticas socioambientales. En este marco, Natenzon mencionó algunas técnicas participativas que incentivan la capacidad de expresión por parte de los actores sociales, así como metodologías de planificación participativa, tales como la "Planificación de proyectos orientada a objetivos", de la Agencia Alemana de Cooperación Técnica, o la "Planificación participativa y gestión asociada", de la FLACSO.

Haciendo suyas las palabras del arquitecto y sociólogo Mario Robirosa, destacado investigador de las universidades de Buenos Aires y San Andrés, y del Foro Latinoamericano de Ciencias Ambientales, la especialista aclaró que “no puede haber recetas para situaciones que son siempre distintas, pero debemos saber qué puede o no hacerse, en general, en función de las características propias de cada tipo de situación”. 

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