10 de abril
La investigación como sentimiento
Viernes 10 de abril de 2015 / Actualizado el viernes 10 de abril de 2015
En el marco del Día del Investigador, Dora Barrancos, directora del CONICET en el área de Ciencias Sociales y Humanas, dio una charla en la que destacó la importancia de la pasión y la alegría en la generación del conocimiento científico.
La reconocida socióloga e historiadora Dora Barrancos estuvo en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) para participar en las actividades organizadas por el Día del Investigador.
Con la sala llena y en un clima que denominó de entrecasa, porque es la tercera vez que visita la UNL, Barrancos hizo un repaso de las etapas por las que pasó la ciencia y explicó cómo fue perdiendo sacralidad y ganando en racionalidad, para terminar destacando el importante rol que juegan las emociones.
“Sin pasión yo no hubiera hecho nada, sin esa articulación del sentido cognitivo con la emoción, no podría haber articulado nada interesante en mi camino como investigadora”, dijo la directora del CONICET por la gran área de las Ciencias Sociales y Humanas.
El acto se realizó en el Aula Vélez Sarsfield de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (FCJS) y contó con la presencia de autoridades, docentes e investigadores de las universidad y del Conicet-Santa Fe. Erica Hynes, secretaria de Ciencia y Técnica de la UNL, indicó que es el quinto año que se realiza una actividad especial para homenajear a la comunidad de investigadores. “En esta oportunidad, y dado que el CONICET es un actor muy importante en el universo que compone la ciencia y técnica en Argentina, nos interesa conocer su punto de vista por eso traemos a una persona que es integrante del directorio, en un cargo elegido por sus pares. Pero además, Dora Barrancos es una persona muy interesada por las desigualdades entre hombres y mujeres, y la implicancia que esto tiene tanto en la historia, que es su campo de trabajo, como en las instituciones en las que transitó como estudiante, profesora, científica o funcionaria”.
De la sacralidad a las emociones
Barrancos comenzó su charla rindiendo un homenaje al profesor Darío Macor, historiador, docente e investigador de la UNL que falleció en 2013. “Se trató de una persona en todos los sentidos cabal y su protagonismo en la historia, tanto regional como nacional, ha sido muy remarcable”.
Después, de manera muy amena y con cuotas de humor, la invitada reflexionó sobre el efecto de la racionalidad científica en el siglo XIX. Destacando que la ciencia no tiene linealidad sino rupturas epistemológicas, dijo que durante el siglo XIX se fijaron las reglas del conocimiento científico que llegaron hasta nuestros días. “El suelo que conocemos es el del XIX, allí se pone la plausibilidad racional por sobre la sacramental explicativa”.
Este piso fue como nunca poroso a la divergencia jerarquizada de los sexos y aunque siempre hubo mujeres que investigaron o llegaron a la universidad, el mandato era que debían permanecer en el ámbito privado. “El suelo de la ciencia es claramente masculino, con una orientación misógina”.
Con respecto a las ciencias sociales y la constante duda sobre los métodos y la objetividad con la que trabajan, la investigadora fue contundente. “Las ciencias sociales tienen que hacer lo suyo y dejar de competir. Deben trabajar con mucha honradez, mostrar efectivamente que no hay más subjetividad en ellas que lo que hay en el resto de las disciplinas”.
Después de repasar fundamentos racionales de la investigación científica como universalismo y objetivismo, ciencia y mercado y la temporalidad de las verdades científicas, Barrancos llegó finalmente al terreno de las emociones.
“La emoción juega un papel fundamental en el conocimiento. Cuando tengo un alumno nuevo siempre le pregunto cómo vive esa pasión, qué tanto le interesa el objeto de estudio”. Barrancos destacó que el enamoramiento con la disciplina también sufre cambios y cuando uno pierde el vínculo afectivo con el objeto de conocimiento lo cambia, pero la pasión siempre está como motor del trabajo y la investigación.
Para finalizar, citó al filosofo Spinoza, de quien se reconoció una fanática avant la letre. “Conocer es estar en estado de alegría. Eso no quiere decir que las ideas nos lleguen sino hay que trabajar, transpirar la camiseta, pero hay que hacerlo con alegría. Mi muy empírica conclusión es sean alegres, y díganle a sus discípulos que transpiren, pero que transpiren con alegría”.