Conferencia en la UNL
Junta de la Victoria: mujeres, antifascismo y democracia
Viernes 1 de noviembre de 2013
La historiadora Sandra McGee Deutsch visita Santa Fe en el marco de su investigación sobre la experiencia que se desarrolló entre 1941 y 1946 en Argentina, en la que se reunieron mujeres de diversos orígenes sociales y culturales para apoyar la lucha internac
Durante 20 años, la profesora de Historia Latinoamericana de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP), Sandra McGee Deutsch investigó la extrema derecha argentina de los años 1900 a 1932; y realizó un estudio comparativo de los grupos derechistas de Argentina, Brasil y Chile, entre finales del siglo XIX y 1930. El grado de avance que había alcanzado en esa línea de investigación, entre otros motivos, la llevaron a interesarse por la historia de las mujeres judías en Argentina. En los testimonios de las entrevistadas, cuando les preguntaba cuál fue la actividad más importante de su vida, la mención reiterada de la Junta de la Victoria abrió para la historiadora un nuevo camino dentro de su trayectoria intelectual. En los periódicos comunistas “La Hora” y “Orientación” encontró datos, acontecimientos y nombres con los que comenzó a reconstruir la historia del que fuera el más grande grupo político de mujeres anterior al primer gobierno de Juan Domingo Perón.
Por estos días, la investigadora recorre localidades del interior del país para conocer cuál fue la actividad en las filiales del movimiento. El martes pasado disertó en la sala del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL, invitada por la Secretaría de Ciencia y Técnica de esa unidad académica; y el Programa de Investigación “Repensar el Estado, repensar la Democracia”.
Dentro del campo de estudios históricos, la investigación aborda un hecho ignorado hasta hoy de la lucha antifascista internacional, que además fue protagonizado por mujeres de gran parte del país: “Este estudio hace más que simplemente llenar un hueco porque demuestra no solamente la capacidad política de las mujeres argentinas antes del sufragio, sino la variedad de antifascismos en el mundo, que eran movimientos complejos y multifacéticos”, definió la disertante.
Antifascistas y defensoras de la democracia
La Junta de la Victoria celebró la apertura de su sede en Buenos Aires el 13 de septiembre de 1941, poco después de la invasión alemana a la Unión Soviética. Según McGee Deutsch, el movimiento gestionó el envío de ayuda a los aliados, a la vez que “observó que era un momento difícil para la democracia argentina, que estaba experimentando incursiones fascistas”. El objetivo transnacional reuniría así a miles de mujeres en todo el país, comprometidas a nivel local con la defensa de la democracia, frente a la amenaza del nacionalismo.
El movimiento se basó en experiencias previas de participación y activismo en las que las mujeres habían desempeñado roles estratégicos; como la ayuda a presos políticos durante la década de 1930; la producción cultural desde el periodismo, el arte y el trabajo intelectual; el apoyo a los republicanos durante la Guerra Civil Española; y la lucha por los derechos de las mujeres, que derivó en 1936 en la fundación de la Unión de Mujeres Argentinas.
Activas y diversas
La investigación de Sandra McGee Deutsch revela el pluralismo de la Junta de la Victoria, que contuvo a mujeres de distintas clases sociales, convicciones políticas, etnias y religiones. Mujeres de clase alta, angloargentinas, representantes de familias terratenientes del interior, intelectuales de clase media, artistas, escritoras, médicas, maestras, se unieron a la Junta y participaron en las más de cien filiales que funcionaron en todo el país. En su mayoría se trató de amas de casa de variados orígenes de clase que militaron junto a obreras fabriles. Mujeres judías, y no judías de países invadidos por los alemanes participaron activamente, a la par de las descendientes de otras etnias, y grupos de inmigrantes, junto a los que conformaron una red de apoyo a los aliados.
“Las acciones de la Junta de la Victoria llevaron el mensaje antifascista a gran parte del país, movilizaron a las mujeres donde estaban, en sus casas, granjas y barrios; reduciendo así su aislamiento y preparándolas para desempeñar papeles cívicos”, sintetizó la profesora.
En el campo y en la ciudad, las mujeres reunieron recursos materiales y dinero para apoyar a los aliados, promovieron la participación popular; e hicieron visible el peligro del fascismo, en particular para las mujeres. En ese sentido, McGee Deutsch aclaró que “las tareas y palabras de la Junta tipificaron los papeles habituales de las mujeres en muchos aspectos, pero también abrieron nuevos espacios para ellas”. Muestras artísticas, declamaciones, reuniones, convenciones y giras por el país, habilitaron espacios de expresión y discusión entre las integrantes de la Junta, que incluyeron la defensa de los derechos de la mujer.
Las causas del final
Según la investigadora, fueron múltiples las causas que debilitaron el accionar de la Junta de la Victoria. Entre ellas, mencionó que el concepto de democracia se limitaba a los aspectos formales, sin considerar la necesidad de un cambio social profundo. Ciertas incongruencias con relación a esa concepción pudieron limitar las adhesiones y continuidad de la Junta.
Los vínculos con el comunismo provocaron ataques a los locales del movimiento, perpetrados por grupos nacionalistas. Por otra parte, la defensa de la democracia opuso a esas mujeres al régimen militar que se inició tras el Golpe de 1943; que decretó el cierre de sus oficinas, y a comienzos del año siguiente lo clausuró, de la misma manera que ocurrió con otras organizaciones. Aunque en abril de 1945, el gobierno autorizó su reapertura, “la Junta fue disminuyendo. El final de la guerra, las elecciones y la concesión del sufragio femenino, eliminaron sus principales objetivos”, señaló la historiadora.
Además, aunque internamente, la Junta había logrado un funcionamiento democrático y equilibrado en cuanto al nivel de participación regional, la fase más activa duró menos de dos años, en los que no se generó una rotación de referentes que aportaran vitalidad al movimiento.
“El enfoque de la Junta de fomentar prácticas cívicas entre las mujeres, en oposición a un gobierno represivo, distinguen a esa organización de grupos afines existentes en otras partes del mundo. El caso argentino nos recuerda que no hubo un solo tipo de antifascismo sino múltiples, que expresaron distintos intereses”, concluyó.