90º Aniversario de la Reforma
Debatieron sobre la universidad latinoamericana
Jueves 19 de junio de 2008
El seminario se realizó ayer en el marco de los festejos por los 90 años de Reforma Universitaria. El primer panel fue “Movimientos estudiantiles en Latinoamérica”, donde disertaron Rogelio Alaniz y Marcelo García. Posteriormente hablaron Jorge Brovetto, Efraí
En el marco de las actividades por los 90 años de la Reforma Universitaria, ayer se realizó el seminario “La universidad latinoamericana a la luz de la Reforma de 1918” en el Honorable Consejo Superior de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). En tal ocasión se desarrollaron dos paneles: “Movimientos estudiantiles en Latinoamérica”, con la participación de Rogelio Alaniz y Marcelo García y “La Universidad latinoamericana en el contexto internacional”, con Efraín Medina Guerra, Lucas Luchilo y Jorge Brovetto.
El papel de los estudiantes en la historia
La apertura del primer panel estuvo a cargo de Rogelio Alaniz, quien comenzó brindando algunos datos: “Según el censo de 1910 hay 6000 estudiantes universitarios en nuestro país. Entre 1910 y 1918 este número casi se duplica. La mayoría era hijo de patricios y de algunos inmigrantes. En 1918 la Universidad de Córdoba contaba con 1500 estudiantes”.
El disertante formuló la pregunta de por qué la Reforma Universitaria tuvo lugar en Córdoba en 1918 y no en otro lugar u otro momento, a lo cual respondió: “Por las características propias de la universidad cordobesa, una universidad cerrada en sí misma. En esa ciudad se plantea con fuerza la oposición entre el progresismo-liberal y el conservadurismo-clerical”. En este sentido, aseguró que “el radicalismo era ampliamente conservador” y detalló que “Hipólito Irigoyen fue el que más firme se mantuvo respecto a la Reforma Universitaria, interviniendo la casa de altos estudios y el partido radical de Córdoba”.
Por último, Alaniz remarcó que “la Reforma Universitaria fue el movimiento estudiantil más grande de Latinoamérica y de Occidente, incluso más que el Mayo Francés porque creó instituciones, que fueron pensadas políticamente”.
Por su parte, Marcelo García comenzó su discurso rescatando “la originalidad provocativa de la Reforma Universitaria” y aclaró que “no hablamos de manera melancólica, sino que reconocemos su aporte”.
Comparó la medida sobre el internado de Clínicas en los años de la Reforma con la actualidad del país: “Una medida administrativa, irracional, arbitraria e injusta generó una ola de protestas como pasa hoy en día. Cuando las autoridades persisten en la irracionalidad y la injusticia, a veces, dan lugar a reclamos que pueden abrir nuevos períodos”, aseguró.
García también se refirió a los distintos modelos de universidades –el bonapartista, el alemán y el inglés, entre otros- y los diferenció del modelo reformista que “inaugura el compromiso social y político”. En este sentido, rescató el “profundo sentido nacionalista y latinoamericano que tuvo el movimiento” y señaló: “Es uno de los pocos pensamientos nacionalistas que no cae en los nazismos ni en la aristocracia. Habla de nacionalismo en contra del patriotismo. Busca lo nacional frente a lo que estaba sucediendo en el mundo a partir de la 1º Guerra Mundial. La Reforma forjó un doble juego: rescata la idea de lo nacional, pero teniendo en cuenta lo universal del género humano”.
Finalmente, García expresó: “La Reforma tuvo postulados y propuestas, pero no dogmas. El legado principal es el de no responder con soluciones, sino dejar abierta a la universidad como el lugar de la crítica y el asombro”.
El desafío internacional actual
El segundo panel trató en su mayor parte el contexto en las últimas décadas y la situación actual de la educación superior en América latina, sobre todo en un marco de creciente movilidad e internacionalización.
Lucas Luchilo presentó escenarios futuros posibles de movilidad estudiantil de posgrado, en relación al problema que se les presenta a los gobiernos y a las universidades con la competencia en esta materia: el director del centro REDES mencionó como las principales tendencias “el incremento de la cantidad de estudiantes internacionales, el posicionamiento de EE.UU como principal destino, China e India como países de origen de estudiantes principales”.
Por último planteó tres escenarios posibles para Latinoamérica: el primero sería el de la globalización pasiva, en el cual “los países se adaptan sin mayor capacidad de respuesta propia a las tendencias de internacionalización de la educación superior mundial”, con el inconveniente de la expansión de la matrícula con la misma restricción de recursos. El segundo sería una respuesta nacionalista cerrada, que presupone la restricción o por lo menos desaliento de la movilidad. Y el tercer escenario es el de la gestión nacional de la internacionalización a partir de la planificación de estrategias nacionales e institucionales, lo que permitiría mantener los estudiantes en el propio país y atraer a los extranjeros. Este modelo supone un esfuerzo en integración regional pero puede desembocar en el aumento de la inmigración luego de la formación por ofertas laborales externas. Luchilo calificó a este último como el más deseable de los tres pero con algunos “problemas de factibilidad” y mencionó que “el más cercano a esta posición es Brasil”.
Efraín Medina Guerra planteó algunos aspectos históricos de la educación superior en Latinoamérica, mencionando el origen milenario de la institución universitaria en la de Bologna, y el de la universidad latinoamericana –real y pontificia- en tiempos de la Colonia. Siguió la trayectoria en el siglo XII con el modelo de “Universitas”, la unidad de lo diverso de la ciencia, la cultura y el arte, y con los cambios en los siglos XVII y XVIII, cuando en Guatemala se dejó de lado el estudio de la Teología para pasar a la Filosofía. Sin embargo, fue recién después de la revolución de octubre de 1944 “en la cual los universitarios se alzaron y tuvieron un gran papel en el derrocamiento de la dictadura”, que los postulados de la Reforma Universitaria Argentina ingresaron a las universidades del país centroamericano.
Finalizando el panel, Jorge Brovetto contextualizó las últimas diez décadas en materia de educación superior tomando como punto de partida la Conferencia Mundial de Educación Superior que se realizó en Paris en 1998, precedida por la Conferencia Regional realizada en La Habana un año antes, las cuales según Brovetto “marcaron un rumbo que luego se esparció no sólo en Latinoamérica, y constituyen el marco teórico y político fundamental para afrontar la situación en ese momento”.
En este sentido, Brovetto quiso referirse a la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) que se realizó días pasados en Cartagena de Indias (de la cual participó una delegación de la UNL) que fue en cierto modo preparatoria de la Segunda Conferencia Mundial que se realizará en Paris en el 2009.
En relación a la declaración final del CRES, remarcó la convicción de que la educación superior “es un bien público social, un derecho humano y un bien del estado” y que “son los estados, las sociedades nacionales y las comunidades académicas las que deben definir los principios básicos para que sea pertinente y de calidad”, frente a las corrientes que intentan su mercantilización y privatización. Por último, el ex rector de la Universidad de la República mencinó la fuerte intención de crear un Espacio Latinoamericano y Caribeño de Educación Superior (ENLACES) que cumpla similares funciones que la Asociación Grupo Montevideo pero un área más extendida.