En rutas santafesinas

Animales atropellados: otra forma de impacto ambiental

Viernes 16 de septiembre de 2011 / Actualizado el viernes 16 de septiembre de 2011

Luego de un año de observaciones en distintos tramos de un kilómetro en las rutas Provincial 1 y Nacional 168, investigadores de la UNL encontraron más de 2.000 vertebrados atropellados. 72% de los casos correspondieron a anfibios.

Los conductores de autos que se suceden a alta velocidad probablemente ni siquiera lo perciban, pero los atropellamientos de animales en las rutas son una constante y tienen su impacto en la fauna silvestre. En carreteras santafesinas, investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) relevaron una tasa anual de 56 animales atropellados por kilómetro de asfalto.
En total, fueron 2.024 vertebrados de la fauna local los que se encontraron en tres tramos de mil metros cada uno, tanto en la Ruta Provincial 1 como en la Ruta Nacional 168, en un período de un año. El dato se obtuvo gracias a observaciones dos o tres al mes en recorridos a pie por los tramos relevados entre octubre de 2007 y octubre de 2008.
El 72,92 % de los animales hallados resultaron anfibios, los siguieron en cantidad los reptiles que conformaron el 14,97 % del total; las aves sumaron un 7,88 % mientras que los mamíferos cierran la lista con el 4,25 %.

Diferencias
De acuerdo con los investigadores, el índice de atropellamiento y su frecuencia están relacionados con diversos factores tales como el flujo y la velocidad vehicular, el ancho de las rutas, la cobertura vegetal aledaña y el comportamiento de las especies.
Es por este motivo que los dos principales accesos viales por el sector este de la ciudad de Santa Fe presentaron diferencias en cuanto los números. En la RP1 se promediaron 17 atropellamientos por kilómetro, mientras que en la RN168 el valor trepó a 39.
“Las obras que se realizaban en la ruta a Paraná generaron movimiento de tierra. Muchos sapos son cavícolas, lo que quiere decir que permanencen encerrados en cuevas en sus períodos no activos. Esos animales, ante los movimientos, salieron de sus lugares y mayormente fueron atropellados, situación que demuestra el poco interés por el cuidado de la fauna silvestre que tienen las obras viales en particular; y las obras ingenieriles en general, en donde las evaluaciones de impacto ambiental pasan a ser un mero trámite administrativo”, ilustró Rafael Lajmanovich, investigador del Laboratorio de Ecotoxicología de la FBCB.
Además, otro de los factores que impactan a los anfibios es la fragmentación de los hábitats que impide que los animales encuentren sus parejas para reproducirse. “La gran mayoría de los anfibios comienzan su período de actividad con las primeras lluvias, en septiembre, y se extiende hasta el otoño. Probablemente coincida con el mayor tránsito vehicular”, detalló Andrés Attademo, miembro del grupo de investigación y director de una tesina de Licenciatura en Saneamiento de la FBCB que trabajó este tema.
“Si vemos el conjunto, las rutas son trampas mortales para la fauna silvestre”, acotó Lajmanovich.

Soluciones
El problema del impacto de las rutas en la fauna es atendido en otras partes del mundo, así se han desarrollado distintos tipos de pasos de faunas que apuntan a mitigar los efectos negativos. Se usan diferentes estrategias para unir una y otra margen de la ruta, ya sea por arriba -como existen pasadores para monos- o por debajo de la cinta asfáltica. “Incluso pueden aprovecharse las alcantarillas de la misma ruta”, acotó Celina Junges, también miembro del equipo.
“Una forma muy simple es poner tejidos. Los sapos nunca tratan de saltar una barrera sino que la rodean, así se los puede orientar a un paso seguro. Además, se puede controlar la velocidad de los vehículos para disminuir las posibilidades de un atropellamiento”, contó Lajmanovich.
El trabajo fue seleccionado para integrar el registro de tesis y trabajos finales de carrera del sistema de Gestión de Riesgos de la Municipalidad de Santa Fe.

Doble impacto
Las rutas tienen un impacto directo en la mortalidad, pero también existe un efecto indirecto ligado a la fragmentación de los hábitats. “Esto provoca que se vayan dispersando y aislando poblaciones”, detalló Paola Peltzer, docente e investigadora de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la UNL
 

 

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