León Ferrari
LOS REGISTROS DE LA MEMORIA
La fotografía, una evocación perpetua
A través del tiempo, la facultad de la memoria condujo a los hombres a preguntarse si existía manera de preservar del olvido ciertos acontecimientos, si no habría además de ellos, otros ojos observando y registrando los hechos, que de no ser así quedarían sin atestiguar.
La memoria entraña cierto acto de redención, lo que se recuerda ha sido salvado de la nada. Lo que se olvida ha sido abandonado y ha quedado en la nada. Podemos decir entonces, que cuando algo es rememorado a través del relato verbal o del registro visual, se echa luz sobre lo sucedido, ya que es transmitido tal cual fue visto y vivido. Es decir, que hubo un ojo que vio y registró en forma instantánea, (por ejemplo, a través de una fotografía) y así dio lugar, ya fuera del tiempo real, a producir su evocación perpetua, y realizar de este modo un anclaje histórico de lo acontecido. Al transformarlo en presente permanente, se produce inmediatamente el acto de la certeza, de la exactitud, es decir se enfrenta uno a la verdad.
Recogidos los hechos, ingresan al pasado, discurren en el tiempo, para permanecer así en el lugar de lo ya acontecido, y como la realidad proporciona un gran número de sucesos que también tendrán su lugar en el ojo del que registra, se deberá apelar a un cúmulo de imágenes, a un archivo de interminable sucesión de apariciones continuas, que desde el advenimiento de la fotografía se ha hecho posible y no tiene fin.
El fotocollage, un instrumento de acción
El fotocollage resume en su representación la trama de un relato contado con imágenes recortadas, parceladas y luego ensambladas, con el solo fin de re-crear una visión comprensible al espectador, dicha reunión de imágenes posee un significado, representa una idea, nos cuenta una historia y despliega en su representación simbólica, una cantidad de información real (para que puntualmente localicemos de que se trata) más el desarrollo creativo personal del artista, que se atreve a intervenir sobre los hechos.
La muestra de León Ferrari, está resuelta técnicamente de este modo, y nos demuestra que el fotocollage es un instrumento visual con carácter político, que se convierte en un documento de acción, en una herramienta para la manifestación de opiniones, para hacer trascender sus ideas.
Tendremos oportunidad de ver magistrales composiciones visuales, que mezclar la crónica de un período histórico, con grabados antiguos de grandes artistas, imágenes que no eluden, en sus compaginadas estructuras, la manifestación constante de la contradicción entre los dichos y los hechos. En ellos León Ferrari nos relata visualmente la vinculación del poder político y eclesiástico con el proceso militar en la Argentina.
Frente a las series “Nunca más”, “Nosotros no sabíamos” y “L’osservatore romano”, el artista combina un inventario múltiple de imágenes publicadas de los horrores cometidos, que en una suerte de revelación histórica se tornan impresiones agudas y profundas de carácter político. Estas son las huellas, los registros recopilados, que encontró León Ferrari para manifestarse, unidas, aliadas y en su conjunto, integran un desgraciado sinnúmero de tragedias a las que fueron sometidos hombres, mujeres y niños de nuestro país.
No podremos pasar frente a estas obras como si recorriéramos una muestra más, ya que cada uno de nosotros tiene a su vez, un registro adquirido, grabado en la memoria individual y trazado en el entramado colectivo, todos los sucesos que nos muestran. La experiencia social y la memoria colectiva, nos ayudará a ubicar tiempos y espacios, a implicar luchas e ideales, también nos determina este otro tiempo (el nuevo relato narrado visualmente en estas obras), el aquí, el ahora, donde los actos y las acciones pasadas toman otro cariz y no dejan que el paso del tiempo los haga olvidar o las omita. León Ferrari se empeña en recordar, denominar, garantizar el recuerdo y dejar por sentado exactamente, cuando fue que la naturaleza humana dejó ver su rostro más oscuro.
El artista lo expone, lo declara en cada una de sus obras, así la trama se despliega con toda su fuerza brutal y con la ferocidad de su salvajismo implícito. Podemos decir que desde aquellos fotógrafos que registraron y el artista que realizó sus obras sobre lo actuado, se ha mostrado la verdad, se ha hecho memoria y se ha realizado desde aquí, un humilde acto de justicia.
Lic. Stella Arber
Directora del MAC